Oliver es un gatito abandonado en las calles de Nueva York. Cuando conoce a Dodger, un perro que conoce bien la ciudad, se une a él y su pandilla de perros callejeros. Oliver se queda a vivir con ellos y su amo, Fagín, un bonachón vagabundo, en un viejo barco de los barrios bajos. Cuando un día Oliver es encontrado por Jenny, una niña de los barrios altos, ella lo acoje en su casa, donde reside Georgette, una presumida perra caniche, la cual no quiere que Oliver le quite su papel como mascota. Cuando la pandilla de perros callejeros van en busca de Oliver, pensando que le habían secuestrado, Georgette les dice que en esa casa vive tristemente (cuando en realidad está encantado de tener una dueña). Los perros llevan a Oliver al barco de Fagín, pero él dice que estaba bien en esa casa. Fagín, que deve dinero a Sykes, un prestamista despiadado, decide pedir un rescate por el gato. Pero, al final, Fagín, arrepentido de haber hecho algo tan horrible, le devuelve el gatito Jenny, quien lo cuidó siempre. Y mientras Oliver tenía una familia con la que vivía feliz en los barrios altos, también tenía una familia en los barrios bajos.